lunes, 14 de mayo de 2012

Grandes frases de grandes autores... TOMÁS DE AQUINO

Ayer leí una hermosa frase de un gran Filósofo, Teólogo y Santo. Entonces decidí armar estas entradas: "Grandes frases de..." para no olvidar que los más grandes han sido los más simples y humildes: en pocas palabras dejan una enseñanza inmortal. Hoy le toca a Santo Tomás de Aquino...


La frase en cuestión que ayer me llamó la atención fue la siguiente: "Si el objetivo más alto de un capitán fuera cuidar su barco, lo mantendría en el puerto por siempre..."
Tómense un minuto para pensar la frase y otro más para ver qué tanto puede esta frase 'movilizar' al pensamiento.




Realmente tanto la frase como la imagen son sugestivas. Por un momento pensé que era Capitán de un barco. Muchas responsabilidades, vidas a cargo y un futuro incierto. Pensé también que el barco sería mi propia persona, mi cuerpo y mi alma; el puerto sería mi familia, el lugar donde nací; el vasto y dilatado mar, el viaje de la vida, lleno de opciones e inmenso en posibilidades, temible por su grandeza y peligros.
Por un momento, se siente entusiasmo: "seré un gran navegante... llegaré a tierras que ningún otro descubrió... tendré grandes aventuras..." Sin embargo, salir del puerto seguro y embarcarse "a ciegas" a lo desconocido provoca una reacción muy conocida: miedo e inseguridad. Hallarse en medio del mar, sin ninguna referencia a la vista (sólo el recuerdo de aquel puerto) y enfrentar en carne propia a los peligros que encierra, muchas veces tapan nuestro entusiasmo inicial y despertamos a la realidad. Matamos el sueño inicial con un duro golpe y volvemos al puerto... amarramos el bote. Ahora PENSAMOS y nos volvemos racionales. 'Medimos' con la vara de la razón las posibilidades de nuestros sueños y anhelos y nos conformamos con aquello 'que está a nuestro alcance'. No nos atrevemos a ir "mar adentro".
Pero... al pasar el tiempo nos damos cuenta que quedarse amarradito o cerquita del puerto es un arma de doble filo: los barcos NO SON ETERNOS. Tienen su tiempo y tanto al usarse como al amarrarse se gastan y terminarán hundiéndose. Poco podemos hacer: trataremos de tapar unos huecos, cambiaremos las velas... pero sabemos que sus días están contados. ¡Todos tenemos un solo barco en esta vida y con él debemos llegar a destino! 
Entra la nostalgia de haber abandonado la aventura inicial, queriendo salir nuevamente. Pensamos en lo poco que durará nuestro pobre barquito viejo. Nos lamentamos de aquella decisión 'tan racional', lamentamos no haber encontrado UN FARO que nos oriente a tierras lejanas, UN FARO que nos ayude a cumplir el sueño profundo de nuestras almas, SUEÑOS DE GRANDEZA Y FELICIDAD, sueños de aventuras. 

Valía la pena salir, valía la pena arriesgarse, valía la pena cumplir los anhelos del ALMA a quedarse varado en el propio puerto sin arriesgarse jamás. Valía la pena jugarse por los ideales y los valores, que son brújula para nuestra vida. Valía la pena descubrir la morada de Dios, que es un faro brillando en nuestra conciencia y nos indica la ruta, alumbra en la oscuridad, abriga en el frío, llevándonos al puerto de la felicidad sin importar las tormentas del mar. 

Pero muchas veces nuestra indecisión nos amarra, la mediocridad de la vida nos amarra. Sabemos que estamos para ser grandes capitanes de nuevas tierras, es una voz dentro nuestro... pero nos quedamos a pocos metros del puerto. Buscamos mil y una razones para no zarpar y al final nos lamentamos de esa decisión.

Ahora nos damos cuenta que, como Capitanes que somos, nuestro objetivo más grande es "navegar mar adentro", es salir a descubrir y realizar nuestra aventura de vivir...

Muchas cosas más podría seguir reflexionando, porque esta frase de santo Tomás refleja nuestro propio vivir. Pero esa es también tarea de ustedes, lectores. Son capitanes en sus vidas, por lo tanto ¡a vivir!

"Si el objetivo más alto de un capitán fuera preservar su barco, lo mantendría en el puerto por siempre..."
Marcos Alberto Bortolozzi
14/05/2012

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